Melania Gamboa
El estrés nos envenena

¿Qué es el estrés? ¿Qué harían si se encuentran frente a frente con un león? Huir, pelear o paralizarse, obviamente. ¿Pero qué hacen cuando se sienten amenazados por una situación, una lista de pendientes o una persona tóxica? Hay dos tipos de estrés: positivo y negativo. El estrés positivo es una técnica de sobrevivencia que nos permite movilizarnos para tomar acción y evitar el peligro, como en el caso del león. El problema es que nuestro cuerpo no sabe diferenciar entre un león que nos persigue y ansiedad relacionada con trabajo y relaciones personales (estrés malo). Este tipo de estrés por tiempos extendidos se le conoce como estrés crónico y causa daño físico y emocional.
Efectos. Está comprobado que el estrés puede tener efectos negativos en el sistema cardiovascular. La adrenalina afecta la presión sanguínea y la frecuencia cardíaca y se ha relacionado con la hipertensión. Asimismo, las sustancias liberadas cuando el cuerpo está bajo estrés pueden bajar las defensas del organismo. Además de esto afecta el ánimo, aumenta el almacenamiento de grasa y altera las señales de hambre, aumenta dolores en músculos y articulaciones, afecta la producción de hormonas reproductivas y la lista sigue…
¿Cómo lo podemos solucionar? Para poder romper el ciclo destructivo del estrés debemos entender cómo funcionan dos sistemas nerviosos muy importantes, estos son el sistema simpático (reacción de huída y pelea) y el parasimpático (reacción de descanso y digestión). Estos dos sistemas funcionan como un interruptor. Cuando uno se enciende, el otro se apaga, y viceversa. El sistema parasimpático “apaga”, por lo menos de forma temporal, la reacción de estrés y ayuda a conservar energía y descansar. La habilidad de pasar de la respuesta de “huída o pelea” a “descanso y digestión” es crítico para nuestro bienestar y hay ciertas actividades que nos ayudan a hacerlo:
Hacer ejercicio, sobretodo el cardio
Hacer ejercicios de respiración, sobretodo aquellos donde se permite que el abdomen se infle y se desinfle con cada respiración y donde la exhalación sea más larga que la inhalación
Meditar. Una vez al día por 5 minutos es mejor que una meditación larga una vez perdida.
Evitar comidas que estimulan el sistema simpático, como el azúcar, los carbohidratos refinados y la cafeína. Si les resulta difícil, comiencen reduciéndolas gradualmente. ¡Las papilas gustativas se acostumbran a todo!
Honrar el sueño. Lo ideal son 8 horas para los adultos, mínimo. Menos, nunca. Si les cuesta dormir pueden probar bajar la temperatura de la habitación, mantenerla completamente oscura y evitar usar electrónicos desde dos horas antes de irse a la cama.
Llevar a cabo actividades de auto cuidado: leer algo que les gusta, escuchar música, tomarse una copita de vino, ponernse la crema que les gusta, oler aceites escenciales (sobretodo de lavanda, que es calmante), salir al sol, ir a la naturaleza, jugar con el perro, etc.
Desconectarse. De todos los electrónicos. ¡Sí es posible!
Enfocarse en lo positivo. Una actividad bonita consiste en escribir tres cosas buenas que nos sucedieron ese día en un cuaderno: algo que nos hizo sonreír, que nos dio satisfacción, o que nos trae sentimientos positivos. ¡Entre más detallado mejor!
Evitar personas tóxicas. Sí, todas aquellas que nos drenan de nuestra energía positiva.
Dejar el trabajo en el trabajo. Hay que desconectarse en algún momento.
¡Agradecer! Si están leyendo esto es porque son más afortunados que muchas personas en este mundo. Siempre hay algo que agradecer.