Melania Gamboa
Comer limpio ("clean eating")

El concepto de comer limpio o "clean eating", no tiene nada que ver con lavar las verduras y los vegetales. Si no, más bien en intentar comer y vivir de la forma más natural posible, sin químicos o aditivos innecesarios que pueden dañar nuestra salud y bienestar. Más que una dieta, el comer limpio es un estilo de vida que busca mejorar nuestra salud, bienestar y alcanzar el funcionamiento óptimo de cuerpo y mente.
Muchos de los principios de comer limpio se alinean con conceptos básicos de comer sano:
Comer más comida verdadera - es decir, comer más comida tal como la encontramos en la naturaleza (o lo más cercano posible) y comer menos comida altamente refinada, producidas en fábricas y laboratorios. No hay problema con consumir comidas empacadas de vez en cuando, sobretodo para emergencias, pero entre menos ingredientes tenga, mejor.
Comer para nutrirse - Esto significa comer comidas balanceadas, llenas de nutrientes y colores. Comer más en casa y preparar la comida en lugar de comprala ya lista. Empacar comidas para llevar y comer en el trabajo, la escuela y el camino. Cuando sí se come fuera, escoger los restaurantes prudentemente.
Comer más alimentos basados en vegetales - Además de los vegetales en ensaladas y aquellos cocinados, se busca aumentar vegetales altos en proteína como los frijoles, lentejas, garbanzos y quinoa.
Limpiar el ambiente y la vida: Adoptar un estilo de vida más limpio con más actividad física, dormir 8 horas diarias y manejar el estrés de formas saludables. También, conectar con otras personas, hablar, reír, compartir una comida, caminar, jugar, etc.
Otros consejos para comer limpio son:
Comer cuando tenemos hambre y dejar de comer cuando nos sentimos satisfechos. Aquí aplica el concepto de la bioindividualidad en donde se busca tener un buen conocimiento de las necesidades de nuestro cuerpo y las señales que este nos da.
Escoger comida orgánica cuando sea posible. Aunque la mejor recomendación es conocer a tu agricultor, sea orgánico o no. Hay fincas que no son orgánicas que son muy responsables, quizás aún más que fincas que pretenden ser orgánicas y realmente no aplican los principios. En fin, conocer de cerca a tu agricultor te da más ventaja para escoger alimentos realmente limpios.
Tomar mucha agua. Filtrada por favor, pero no en envase de plástico. La filosofía de comer limpio también piensa en el ambiente. Tener una botella de vidrio o de metal para rellenar con agua filtrada es la mejor opción.
Ser un experto en lectura de etiquetas: La comida verdadera tiene uno o dos ingredientes como máximo. Si tiene más, muy probablemente son aditivos que agregan sabor, azúcar, sal y otras cosas que no te sirven ni te nutren.
Conoce a tu enemigo: evitar las grasas trans, los aceites vegetales altamente inflamatorios (canola, girasol, cártamo, soya), azúcar, aditivos, colorantes, estabilizadores, emulgentes y reemplazos de grasas.
Comer grasas buenas: Preferir aceite de oliva, coco, nueces y mantequilla clarificada.
Cuidar tu huella de carbono: Comer comida local y en temporada.
Comprar con consciencia: Comprar carnes de animales que fueron criados responsablemente, con estándares de bienestar animal. Comprar pescados y mariscos de prácticas amigables con los océanos.
Viajar con tu comida: Empacar tu comida casera y llevarla a tu trabajo o lugar de estudio.
Involucrá a tu familia: ¡No hay nada más lindo para el espíritu que comer acompañado!
Te invito a que comencés a aplicar algunas de estas prácticas. Pero no te frustrés si lo ves como algo imposible. Lo más importante es comenzar y llevarlo a tu propio ritmo. Yo todavía no como completamente limpio, pero sí he mejorado la forma de alimentarme. El comer limpio, así como la vida, es un viaje, no un destino. ;)
Referencias:
Fotografía: Michael Stern, Flickr, Licencia Creative Commons