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  • Foto del escritorEugenia Gamboa

Carlitos sólo come puré de papa


Carlitos sólo come puré de papa ¿Cómo logro que mi hijo coma saludablemente?


“Carlos, comete la comida…

Carlitos, a ver, por favor, probá algo de pollo…

Charlie, mi amor, poneme atención, tu plato sigue lleno, ni has probado el brócoli…”


Y el cuento se repite todas las noches. Frustración total. Mami se quiere arrancar el cabello. Papi está a un segundo de sacar la pizza del día anterior, con tal de que el niño coma. Y ahí, los dos encima de Carlos, deciden que… una vez más… “vamos a ponerle la tele a ver si acaso”.


Por que Carlitos sí come viendo Paw Patrol. Se come todo el puré de papa, al menos le mete unos mordisquitos a la pata de pollo. El brócoli no lo vuelve a ver, pero sí ve el episodio completo…


¿Suena conocido?


En el corre corre de todos los días, aun a las personas más pacientes se nos reta el acto cotidiano y repetitivo de comer y dar de comer. Muchos resolvemos situaciones relacionadas a la alimentación con formas que quisiéramos evitar, cuando ya se nos expira la paciencia, la energía, y el tiempo.


Hoy nos queremos centrar en cómo las madres y los padres pueden mejorar los hábitos alimenticios de sus niños al modelar los mismos. Mucho se logra con rutinas donde hay espacios de conexión en torno a la alimentación, y otra gran parte es que las mismas personas adultas vayan creando relaciones sanas en torno a la comida, cosa que los niños imitan incluso desde bebés. Podemos ir creando una cultura sana relacionada a la alimentación si vamos incluyendo conocimiento, recursos, creatividad y mucho cariño.



¿Por qué es esto importante?


La alimentación es un tema complejo con mucha influencia de la familia y la sociedad. En particular, lo que las madres y los padres hagan durante la infancia y la adolescencia, es lo que probablemente repetirán nuestros hijos e hijas en su vida adulta. La cultura de una alimentación rica y sana puede generar recuerdos positivos de por vida para nuestros hijos. Pero también la mala.


Los niños aprenden sobre la comida a través de la experiencia directa de comer y observando el comportamiento relacionado a la comida de las personas que les rodean. (1) Las personas adultas en los hogares pueden enseñar a las niñas y los niños la importancia de una alimentación saludable, involucrándoles en la planificación y preparación de comidas y alentándoles a escuchar las señales de hambre en su cuerpo.


También pueden modelar el estar presentes mientras comen, manteniendo a raya la interacción con aparatos electrónicos y la virtualidad, aumentando la conexión y las conversaciones entre “grandes y chicos”.


Muchas de las tácticas dependen de la edad. Aquí hay algunos consejos.


Charlie es un niño de 5 años que asocia ver la televisión con la comida, puesto que vio a sus padres habitualmente hacer esto durante sus 5 años de vida. Para combatir esto, tanto Mami como Papi ahora apagan la televisión cuando comen solos. Su mamá y papá lo alientan a explorar nuevos sabores y texturas ofreciéndole una pequeña cantidad de algún alimento nuevo junto a otro alimento que ya es familiar. Utilizan frases como "¡Vamos a probar estos juntos y ver si nos gusta!" o "¿Será que esto tiene un sabor dulce o amargo?" Involucran a Charlie en la preparación de las comidas dejándolo lavar frutas y verduras y mezclar ingredientes en sopas y masa de croquetas.


Sus padres también hacen que la hora de la comida sea divertida organizando su comida en diferentes formas y en los fines de semana, suelen tener una comida estilo picnic al aire libre. Los tres se han aprendido unas canciones sobre vegetales que bailan. Al utilizar estas técnicas, los berrinches de Charlie antes de la hora de la comida han disminuido y aunque no ha sido muy abierto a probar nuevos alimentos, ha aumentado su vocabulario sobre lo que come.


Leticia es una niña de 9 años que está aprendiendo a tomar decisiones saludables más balanceadas. Sus padres la involucran en las compras de alimentos dejándola elegir una fruta o verdura nueva para probar cada semana. Ahora pide chips de kale porque le encanta el “crujiente y saladito” y considera que el melón es “rico, dulce y suave”. Su mamá le ha ido enseñando sobre alimentación equilibrada dejándola ayudar a planificar las comidas y mostrándole cómo crear un plato con una variedad de colores y nutrientes.


Utilizan frases como "Asegurémonos de tener un arcoiris de colores en nuestro plato" o "¿Qué vegetal amarillo podríamos agregar a nuestra comida?" Los dos la elogian de manera inteligente, haciéndole saber que, al comer una cosa u otra, está ayudando a que su cuerpo crezca fuerte y su cerebro solucione problemas más rápido. Para el cumpleaños de Leticia, sus invitadas disfrutaron de un delicioso pastel de chocolate hecho en casa, así como de alimentos densamente nutritivos como el hummus con bastones de zanahoria (elección de Leticia).


Fede es un joven de 15 años que está aprendiendo a tomar decisiones informadas sobre la elección de los alimentos. Sus padres lo involucran en la planificación de las comidas dejándolo elegir una receta que él mismo prepara cada semana. Cuando se abordó el tema por primera vez con Fede, fue bastante indiferente, pero encontraron el programa, "Chef´s Table" y en un episodio especial de barbacoa, Fede mencionó que le gustaría aprender a asar carne. Ahora Fede, Mami y Papi, buscan recetas en internet, las preparan juntos y comparten sus creaciones a través de las redes sociales. Este proceso les ha permitido abrir conversaciones sobre alimentación con Fede, en particular la importancia de la densidad nutricional.


Sus padres han ido a un par de los lugares favoritos de Fede para ver qué ofrece el menú y esto les ha permitido hablar sobre posibles intercambios de comida saludables. Mami y Papi también evitan comentarios negativos sobre el cuerpo o la apariencia de Fede, quien está con sobre peso, y en su lugar se centran en modelar comportamientos alimentarios saludables. Cuando están juntos, utilizan frases como "Asegurate tener una comida balanceada con proteínas, carbohidratos con buena fibra y grasas saludables," o "¿Qué guarnición saludable podrías agregar a tu chuleta de cerdo?" Mediante el uso de estas técnicas, Fede ha encontrado un interés en la comida y un tema de conversación, especialmente con su papá quien se ha convertido en el “Maestro de la barbacoa”.


¿Por dónde empiezo?


Primero, empezá por vos misma/o. Modelá los comportamientos, pues lo usual es que los niños y las niñas, especialmente los más chicos, repitan lo que ven.


Escogé un tiempo de comida al día que sea especial y recurrente, y aprovechalo todos los días para mejorar los vínculos entre los miembros de la familia. Para esto es importante que todas las personas estén presentes y prestando atención a la actividad.


Cociná en casa todo lo que sea posible, e involucrá a toda la familia a colaborar de diferentes maneras: poniendo la mesa, escogiendo recetas, picando y mezclando ingredientes, y si ya tienen la edad, utilizando el horno y los fuegos, etc.


Eliminá todos los distractores que no están relacionado con la comida, como la tele, la radio, los aparatos electrónicos. Esto permitirá que la atención esté enfocada en la comida, en apreciar la textura, el sabor, la conversación intrafamiliar, así como el agradecimiento por la dicha de tener y poder compartir los alimentos.


Procurá que se consuma agua filtrada a lo largo del día y previo a comer, ayudando a que cada miembro de la familia empiece a discernir entre sed y hambre.


Si se sale a comer, compará opciones de menú y centrate en las opciones con más color, variedad de texturas y densidad nutricional. Disfruten del “no tener que cocinar o lavar”.


Permití, muy de vez en cuando, el consumo de comidas con harina refinada o azúcar, como queques de cumpleaños o un postre en actividades celebratorias. Y si se consumen, que sea posterior a una alimentación balanceada para prevenir picos de glucosa y desbalances de insulina.


Disfrutá de todo lo que se come, dejando de contar calorías y de subirse a la báscula. De hecho, botá la báscula. No sirve para nada más que causar estrés innecesario.



Evitá hablar sobre cuerpos gordos y flacos, bonitos y feos, así como sobre comida que engorda. Evitá la comparación entre personas, tanto cuerpos como hábitos. Centrate en enseñar sobre opciones que alimentan para tener un cuerpo sano, fuerte, con energía y donde los órganos tienen la capacidad de cumplir todas sus funciones.




¿Aun no sabés como abordar este tema con tu familia?


No estás sola/o. El cambio no es fácil, especialmente cuando involucra a más personas aparte de vos. Te podemos ayudar. Contactanos aquí.


El coaching puede ser una forma efectiva para que los adultos de las familias entiendan cómo crear vínculos profundos y duraderos con sus hijas e hijos para que desarrollen una relación saludable en torno a la alimentación y otros hábitos relacionados al bienestar.


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(1) Fuente: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2531152/

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