Melania Gamboa
El dia que lloré en el supermercado
Aún cuando recibís ayuda, ser celíaco o sensible al gluten puede sentirse como un reto imposible.

Es muy común que después de nuestro diagnóstico como celíaco o sensible al gluten nuestro médico nos diga "tenés que comenzar tu dieta sin gluten hoy" y nos envié en nuestro camino sin más información o guía. Al salir del consultorio la pregunta es "¿Y ahora qué hago? ¿Qué como? ¿Quién me ayuda?" ¿"Y ahora quién podrá defenderme?" ;)
Pues yo tuve la dicha de contar con una amiga con celiaquía que me llevaba 8 años de ventaja y experiencia. En ese momento tenía muchísimo más conocimiento sobre el tema que yo (y lo sigue teniendo) y se voluntarió para llevarme al supermercado y enseñarme cómo navegarlo para evitar el gluten.
Pasamos pasillo por pasillo revisando productos: “esto no”, “esto no” y “este no” fue el común denominador. Una hora después comencé a pensar "Esto es un error. Mejor no hubiera venido. Qué vergüenza decirle a esta muchacha que estoy tan abrumada que la información ya no me está entrando en el cerebro."
Una vez en la sección sin gluten me dijo: "todo esto lo podés comer".... "pero no mucho, porque si comés mucho se puede acumular el gluten que está permitido en estos productos y te podés enfermar". ¿Qué qué?, pensé. Les cuento: internacionalmente está permitido etiquetar un producto como "sin gluten" siempre y cuando tengan menos de 20 partes por millón (ppm). Es decir, si tiene menos de 20 partes de gluten por un millón de partes del alimento, entonces es considerado "sin gluten". El problema es que algunos podemos reaccionar con menos de 20ppm y que si abusamos de estos productos esas pequeñas cantidades de gluten se pueden acumular en nuestro cuerpo y hacernos daño. :(
Luego comencé a ver precios. "¡Híjole! Pero estos productos cuestan de dos a cuatro veces más de lo normal!" dije. Ella me confirmó que sí. Que esa es la realidad. Además, leyendo las etiquetas noté que nutricionalmente estos productos no me iban a ayudar a ser una persona saludable. ¡Puras harinas, mucha azúcar y grasas inflamatorias! Quedé sorprendida y sin habla. Me sentí abrumada, enojada y triste. Ya para este momento llevábamos casi dos horas y mi cerebro había disparado la respuesta de "huir o pelear".
Me despedí de mi amiga, compré algunas cosas sin pensarlo mucho y me fui a mi carro... a llorar. Años después le conté esta historia a mi amiga y su respuesta fue: "Aaaaa, con razón. Yo pensé que eras una muchacha muy extraña, que ni siquiera dijo gracias." Ahora nos reímos sobre esto.
Les cuento que una transición a una vida sin gluten puede ser difícil, pero no tiene por qué ser traumática. Ahora sé que hay miles de alimentos deliciosos y saludables que naturalmente no tienen gluten. Me di cuenta de que muchas recetas se pueden hacer simplemente teniendo cuidado y cambiando un par de ingredientes. Noté que uno puede vivir sin gluten de una forma extrema e irracional y otra forma más relajada y llevadera. Y lo más importante es que me di cuenta de que esta transición la tenemos que hacer a nuestro propio ritmo, pasito a pasito para sí, evitar el gluten, pero también hacerlo con felicidad y tranquilidad.
Si te sentís muy perdido / abrumado / o no sabés dónde empezar, contactanos y nosotros te ayudamos.
¿Tenés una glutaventura que compartirnos? Envíala a: info@canelawellness.com