Melania Gamboa
Pan sin gluten que mata a ladrones

Hace ya varios años mi mamá, mi hermana y yo comenzamos nuestra aventura sin gluten. Rápidamente nos dimos cuenta que los productos sin gluten eran limitados, no necesariamente saben bien y pueden costar hasta tres veces su contraparte con gluten.
Por esta razón, mi mamá se dio a la tarea de hacer su propio pan sin gluten, con la ayuda de mi papá. Estaba muy emocionada porque ese día nos había invitado a comer pizza a la casa. Había preparado la masa toda la tarde y nos estaba esperando para terminar de decorarlas y hornearlas.
El resto de la familia mandó a pedir pizza corriente y nosotras tres nos divertimos decorando nuestra pizza especial con queso, jamón, hongos, orégano y un montón de ingredientes deliciosos. Es decir, las armamos con amor.
Una vez horneadas y alrededor de la mesa nuestros familiares sacaban sus triángulos de pizza humeantes y flexibles. Nosotras tuvimos un poco de dificultad al cortar la nuestra... por lo visto no era tan flexible como la corriente. "Bueno".. dijimos... "obviamente va a ser diferente porque no tiene gluten". Y la mordimos. Puedo decir que todavía tenemos dientes, pero estuvimos cerca de perder un pedazo de muela. "¡Está durísima!" Fue la reacción de mi mamá.
Cuando la volví a ver tenía los comienzos de lágrimas de frustración en sus ojos. La entendí. Me he sentido así muchas veces.
Mi papá y ella intentaron hacer pan en varias ocasiones pero en todos los intentos el pan queda duro. En una de las visitas a su casa me dijeron que esta vez habían hecho un pan tan duro que se podría usar como arma contra un ladrón. "Le das con la cabeza y queda bien muerto."
No han habido más intentos.
Fin.
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